martes, 3 de julio de 2012

Ernesto Cardenal


“El cristianismo y el marxismo para mí son la misma cosa”

Contracorriente. Ernesto Cardenal, de 87 años, aún conserva su fe en los frutos sociales y humanos de una posible revolución.
Contracorriente. Ernesto Cardenal, de 87 años, aún conserva su fe en los frutos sociales y humanos de una posible revolución.
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Ernesto Cardenal. Poeta nicaragüense, sacerdote y teólogo cultor de la teología de la liberación, ex-ministro de cultura.
Borja Hermoso
Diario El País (España)/
 
Como volcán rumiando lava entra Ernesto Cardenal en la estancia, aquejado de un raro mal: esa mezcla de ansiedad y fatiga típicas de las biografías sin desmayo. Profeta irreductible de la Teología de la Liberación y de sus miserias y, por tanto, enemigo del Vaticano y sus grandezas, jura y perjura que solo el presente le interesa.
 
Quería saber cuál es el estado de ánimo actual de Ernesto Cardenal ante la vida.
No entiendo.
¿Es capaz de mirarse desde fuera y hacerse un autorretrato con lo que fue, lo que es, lo que será…?
Mmmm, no, no lo hago. No me gusta.
¿Mira al pasado? ¿Al futuro? ¿Solo al presente?
Solo el presente.
En 2009 recibió el Premio Pablo Neruda de Poesía, ahora le acaban de dar el Reina Sofía. ¿Le gusta eso de los premios?
¡Pues el primero que recibí en mi vida fue el Pablo Neruda! Así que cuando la presidenta de Chile me lo entregó en el Palacio de la Moneda, en el discurso dije que me consideraba el poeta menos premiado de la lengua castellana. Ahora ya no puedo jactarme de eso, porque he recibido dos premios. Bueno, tampoco son muchos…
¿Y eso le duele?
No, bueno, me da lo mismo, no me interesa mucho recibir homenajes, más bien me molestan.
Cuando me dirigía a nuestra cita, venía pensando en lo mal que están las cosas para tanta gente. ¿Cabe decirle algo nuevo que sirva para darle esperanza?
Pues yo le diría lo que se ha dicho desde hace tiempo: el Evangelio, el anuncio del reino de Dios, del reino de los cielos en la Tierra. Y recordar de nuevo lo que anunció el marxismo: una sociedad nueva, justa y sin clases. La sociedad comunista perfecta… que viene a ser lo mismo que el reino de Dios en la Tierra. Yo no tengo otra cosa que predicar que el cristianismo y el marxismo, que para mí son la misma cosa.
¿Está la vigencia del marxismo intacta para usted en 2012?
Si usted me pregunta si el marxismo fracasó, le diré que Chesterton, escritor, humorista, inglés y católico, dijo que el cristianismo no había fracasado… porque no se había puesto en práctica nunca. Yo digo lo mismo del marxismo, que nunca se puso realmente en práctica.
O sea, que ninguno de los dos principios fundamentales de su vida se han podido ver en marcha de verdad…
¡Ni de verdad ni de mentira! O puede que de mentira sí, pero de verdad no…
¿No cree usted que el marxismo incurrió en errores?
Sí, y el cristianismo también, que tuvo horribles versiones: las cruzadas, la Inquisición, los papas del Renacimiento…
¿Solo los del Renacimiento? ¿Y los de los últimos tiempos?
Bueno, claro, esos son igualmente malos. Son malos. Algunos de ellos, no todos.
Revolución, Dios, poesía… ¿son una misma cosa en su vida? ¿O tres versiones de algo supremo?
Para mí son lo mismo, sí. Revolución es lo mismo que predicaba Jesús. Hoy hay teólogos que dicen que el reino de Dios que él predicaba era una expresión semejante al concepto actual de revolución, es verdad. Una revolución subversiva, que en el caso de Jesús fue lo que le llevó a la muerte. Significaba también un cambio político y social. La juventud de hoy sigue diciendo “otro mundo es posible”, y yo también lo creo, como lo creyó Jesús. Es posible, y necesario. Y, como dice el obispo brasileño Casaldáliga, también otra Iglesia es posible. Hasta hay quien dice que otro Dios es posible.
¿Y usted qué cree?
Que así es, claro.
Porque para usted Dios no es uno, unívoco, cerrado e indiscutible…
Así es.
Pueden ser varios…
Así es, sí. O puede no creerse en ningún Dios. Los ateos dicen lo mismo que decían los cristianos primitivos, que también fueron ateos.
Es relativamente fácil encontrarse con creyentes que preguntan que, si hay un Dios, ¿cómo es posible que permita todo lo malo que ocurre en la Tierra, que es tanto?
¡Porque hace tiempo que Dios renunció a ser Dios! Se apartó y nos dejó para que hiciéramos el cambio solos. Nos dejó en libertad y desapareció. Eso explica el Holocausto y las demás aberraciones de la creación del ser humano.
Ha dicho, hablando de Cristo, “subversión”. La subversión… ¿Falta eso en las sociedades modernas?
Claro que sí. Si lees la Biblia, verás todo el tiempo a un Dios subversivo. Jesús de Nazaret, lo mismo. Así que, en efecto, estamos obligados a la subversión, pero… en cuanto a lo de creyentes o no creyentes, pues no es solo eso lo que he estado diciendo antes del cristianismo y marxismo. También el Islam… mire, hay un teólogo sufí del siglo XIII que dice: “Para llegar a La Meca hay muchos caminos; si uno está en el Sur, La Meca está en el Norte. Si está en el Norte, La Meca consiste en ir al Sur. O al Este, o al Oeste. Pues para llegar a Dios, lo mismo. Hay muchos caminos.
¿Es la revolución un concepto defendible en el siglo XXI? ¿La prefiere a la evolución? Y me refiero a una revolución que no descarte la violencia…
La revolución no tiene por qué ser violenta, puede ser pacífica. En algunos casos no queda más remedio que recurrir a las armas. El papa Pablo VI, que no era ningún extremista, declaró una vez en Colombia que ante una tiranía evidente y prolongada era legítima la lucha armada. ¡Pero ya lo decía Gandhi! Dijo que su pacifismo no habría sido posible en la Alemania de Hitler, y animó a los hindúes a entrar en el ejército inglés para luchar contra el fascismo.
¿Qué recuerdos le quedan de su paso por el Gobierno sandinista de Nicaragua? ¿La deriva emprendida por el sandinismo de la mano de Daniel Ortega fue el gran desengaño de su vida?
Aquello me ocasionó un gran sufrimiento. Yo lo he llamado la revolución perdida, título del tercer volumen de mis memorias. Lo que hay ahora en Nicaragua no es revolución, ni es de izquierdas ni es sandinismo. Es una dictadura personal de Daniel Ortega, su mujer y sus hijos.
¿Aquella experiencia demuestra que quien tiene el poder por mucho tiempo se corrompe?
No es inevitable, pero sí demasiado frecuente, y desde luego es el caso de Nicaragua.
¿Y en qué le ha ayudado a Ernesto Cardenal la poesía? Leí una vez una frase suya: “En mi poesía cabe absolutamente todo”. ¿Era una declaración de principios contra cierta poesía elitista, contra cotos cerrados de exquisitez?
Todo parte de las enseñanzas de Ezra Pound, que es una gran influencia en mi obra, en el sentido de que en la poesía cabe todo y todo es posible… como en la prosa. Si hay alguna originalidad en mi poesía, radica ahí: en que me ha cabido todo.
¿Ha sido para usted la poesía una cierta vía de escape personal de los problemas y las angustias?
De escape, jamás.
¿De salvación, o de búsqueda de la salvación?
Ponga usted de búsqueda de la realidad.
Sin embargo, ya no lee poesía, porque dice que no encuentra voces nuevas. Prefiere la ciencia. ¿Por qué?
Ya José Martí dijo eso: que prefería leer ciencia que poesía, y eso que en su tiempo no había los descubrimientos científicos que después hemos tenido. Sí, yo prefiero leer cosas relacionadas con esos descubrimientos que están cambiando nuestra vida. Esos libros me están descubriendo la realidad. Aunque la realidad cada vez es más misteriosa… ahora se ha descubierto que solo una pequeña parte del universo es visible para nosotros, algo así como el nueve por ciento, creo.
¿No debería eso convertirse en un antídoto contra la prepotencia de muchos poderosos y la creencia de que el género humano lo controla todo?
Sí, pero para los poderosos y para todos nosotros. Para cualquiera.
 Claves
 Ernesto Cardenal es autor de los libros de poesía Hora 0 (1957), Epigramas (1961), Oración por Marilyn Monroe y otros poemas (1965), Los ovnis de oro (1988),  El telescopio en la noche oscura (1993), Pasajero de Tránsito (2006), etc.
En el año 2009 recibió el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, VI edición, de manos de la presidenta de Chile, en ese entonces, Michelle Bachelet.
Este año ha sido reconocido con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, en su XXI edición, galardón dotado con 42.000 euros.

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